Vuelvo a casa caminando de puntillas, no vaya a ser que se despierten los poetas.

25 jun 2014

Ciudad casino





Hay un ambiente intranquilo debajo de las farolas,
parece que a algún romántico le han roto
su carta de amor en las narices esta noche.

Mañana volverá la luz
y se verán los trozos de una fotografía
debajo de la papelera del parque;
volverá el viento
como una niña soplando las velas de su cumpleaños
y limpiará el suelo de pedazos.

Volverán las pitonisas
con grandes anillos azules
los ojos excesivamente maquillados
los labios mal contorneados
a predecir exitosos romances con amantes millonarios.

Los músicos callejeros
cantarán a lo posible
y serán multados por hacer sonreír a alguien con el corazón roto.

Nos levantaremos ensangrentados
del cuadrilátero
inestables y tambaleándonos
pero sin necesitar agarrarnos a las cuerdas para mantenernos en pie.
Nos levantaremos ensangrentados
como recién nacidos
llenos de vida.

En los coches de los semáforos
sonará Vegas Club,
canción que levanta las faldas de las chicas que cruzan;
himno de vestiditos cortos.

Las bragas girando en las lavanderías
formarán los colores de una bandera que nos vamos a inventar ahora mismo:
la del sexo porque sí,
la del te quiero porque también.

Las vértebras dejarán de ser piedras incordiantes,
volverán a ser peldaños de la escalera hacia el cielo.

Dejaremos de buscar
y encontraremos lo que una vez nos robaron.

Enloquecerán las brújulas
intentando señalarnos
cuando estallemos de placer en todas las direcciones.

Saldrá otra vez la luna,
que es el mechero que el cielo utiliza
en nuestros conciertos de callejón o cama.

La ciudad será casino;
en las monedas saldrá siempre cara,
ganaremos todas las apuestas
y le tocará pagar a otro.

1 comentario:

Rafael dijo...

Bonita ficción la que describes en estos versos.
Un abrazo en la tarde.