Hay un
ambiente intranquilo debajo de las farolas,
parece que a
algún romántico le han roto
su carta de
amor en las narices esta noche.
Mañana
volverá la luz
y se verán
los trozos de una fotografía
debajo de la
papelera del parque;
volverá el
viento
como una
niña soplando las velas de su cumpleaños
y limpiará
el suelo de pedazos.
Volverán las
pitonisas
con grandes
anillos azules
los ojos
excesivamente maquillados
los labios
mal contorneados
a predecir
exitosos romances con amantes millonarios.
Los músicos
callejeros
cantarán a
lo posible
y serán
multados por hacer sonreír a alguien con el corazón roto.
Nos
levantaremos ensangrentados
del
cuadrilátero
inestables y
tambaleándonos
pero sin
necesitar agarrarnos a las cuerdas para mantenernos en pie.
Nos
levantaremos ensangrentados
como recién
nacidos
llenos de
vida.
En los
coches de los semáforos
sonará Vegas
Club,
canción que
levanta las faldas de las chicas que cruzan;
himno de vestiditos cortos.
Las bragas
girando en las lavanderías
formarán los
colores de una bandera que nos vamos a inventar ahora mismo:
la del sexo
porque sí,
la del te
quiero porque también.
Las
vértebras dejarán de ser piedras incordiantes,
volverán a
ser peldaños de la escalera hacia el cielo.
Dejaremos de
buscar
y
encontraremos lo que una vez nos robaron.
Enloquecerán
las brújulas
intentando
señalarnos
cuando
estallemos de placer en todas las direcciones.
Saldrá otra
vez la luna,
que es el mechero
que el cielo utiliza
en nuestros
conciertos de callejón o cama.
La ciudad
será casino;
en las
monedas saldrá siempre cara,
ganaremos
todas las apuestas
y le tocará
pagar a otro.
1 comentario:
Bonita ficción la que describes en estos versos.
Un abrazo en la tarde.
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