Vuelvo a casa caminando de puntillas, no vaya a ser que se despierten los poetas.

19 dic 2013

Cámara lenta

A veces imagino
que el día va a cámara lenta.

Músicos subiendo
despacio a los taxis,
cerrando la puerta
sin golpe fuerte,
dándole una dirección en un papel
al conductor.

El afilador callejeando sin prisa,
la gente que se asoma al balcón,
señoras que bajan
las tijeras de cortar pescado
y buscan monedas
en los bolsillos del delantal.

Chicas que se giran en la calle
al ver a un chico alto
que pestañea pausado
y encaja perfectamente
en una postal otoñal
-jersey y zapatos marrones-.

A ellas les vuela la falda
por encima de las rodillas
y cae como si fuera
un paracaidista que no tiene prisa,
delicia de albañiles
y del carnicero que fuma
en la puerta de su tienda.

Los aviones se quedan
casi estáticos
entre nubes y palomas
sobrevolando los edificios,
un niño sonríe señalando por la ventanilla:
está volando.

Las persianas bajan lentas
para que no moleste el sol
en la siesta,
los párpados caen
con la suavidad del movimiento
de una hoja en las aguas del lago.

Un hombre se mira al espejo
y se anuda la corbata que parece levitar;
coge una chaqueta,
primero el brazo derecho,
después el izquierdo
y cae sobre su espalda
como la capa de Superman
con la que soñaba de pequeño.

Se hace de noche con la misma lentitud.
Las farolas amanecen
frías
en la oscuridad
de las seis de la tarde.

Todo a cámara lenta.
Todo menos los latidos,
a esos no hay quien los ralentice.

1 comentario:

Rafael dijo...

Mientras te leo me iba dando esa sensación de estar visionando tus versos a "cámara lenta" con una sensación muy agradable.
Un abrazo.