Vuelvo a casa caminando de puntillas, no vaya a ser que se despierten los poetas.

23 may 2013

Sexto piso

Persianas medio bajadas
o medio subidas;
esto es como con los vasos: da igual mientras no te 
cortes los labios al beber, o mientras tus amigos no te lo empujen
cuando estés bebiendo.
Da igual mientras el sol no te de en los ojos.

Tú, que sólo existes cuando
estás desnudo en la cama
de tu sexto piso en mi ciudad. Y yo encima.

Lo de echar de menos lo inventó un poeta
sin musa
y sin hielo para el vaso de whisky.
-Pero no le hagáis caso-.

Qué putada que a mí sólo me guste el agua
que no hay en tu nevera.

Quieres sol en la piel,
pero lo que necesitas son besos y arañazos involuntarios
con la correa de un reloj.

No puedes quejarte de que ya
no hacemos nada juntos,
porque fracasar cogidos de la mano
se nos da de puta madre.

Ha vuelto el sol para salvarme;
ha dado en el clavo,
ha elegido el mejor momento: justo cuando he terminado
de apagar la estufa de tu cuello.

Vas de tren en tren,
de avión en avión.
Y una rubia en cada puerto.

Y desde cualquier puerto o cama me llamas
de madrugada susurrándome que me lance de cabeza
sin tener en cuenta los ombligos de otras damas.
Pero yo de cabeza sólo me lanzo a las ofertas del súper.
Y a la cama de tu sexto piso en mi ciudad,
claro.

3 comentarios:

Rafael dijo...

Como dices a mitad de tus versos: "...Ha vuelto el sol para salvarte..."
Aún es tiempo, no lo dudes.
Un abrazo y feliz fin de semana.

ele* dijo...

Hay amores que matan lentamente. Este amor vuestro suena a película de amor-odio. Aunque por lo visto sigue habiendo "luz en las alturas" ;)

Unknown dijo...

Cada vez que te leo me recuerdas a este chico: loslunesquetedebo.blogspot.com

Eres su versión femenina o él la tuya masculina, pero sea como sea, creo que lo que más me gusta de tu poesía, además de que suelo imaginármela con una guitarra, es el lado masculino que desprende. Y a ver si me explico: cuando digo masculino hablo de una libertad que, incluso ahora, muchas mujeres no se permiten: de lo que hablan los que hablan de Alfonsina Storni cuando dicen que era un hombre con la mala suerte de haber nacido en un cuerpo de mujer.