Se nos rompen los platos,
los vasos
y los corazones.
Deliramos,
besamos
y no pedimos perdón.
Caminamos por la calle sin mirar a los ojos
a las personas que nos cruzamos,
y eso no tiene sentido;
es como secar el vaso antes de llenarlo de agua.
Amantes sin vocación.
Nos dejamos llevar, saltamos de latido en latido,
de canción en canción.
Cambiamos de estación,
nos pasamos de parada,
ésta no es mi primavera,
a éste tren le faltan flores y pasajeros con guitarra.
Comemos,
no me gusta el mantel de cuadros,
es una ropa interior horrible para ésta mesa
con dos tenedores y una botella de vino.
Miro el móvil,
hoy no va a llamar,
ni en lo que queda de vida.
Qué incómoda es la soledad cuando necesitas que alguien te rasque la espalda.
Han cambiado la cerradura del cajón de los sueños,
pero a mí siempre me ha gustado guiñar un ojo
y mirar por el hueco de la llave.
Nos queda piel para otro asalto.
Nos queda café y algún verso escondido en la manga.
Nos quedan gritos y conciertos.
Nos queda rebeldía para rato.
Volar no es sólo desplegar las alas.
Volar también es mirarte encender cigarrillos,
y sin despegarme del suelo, créeme, llego a lo más alto.
Desde aquí abajo tengo las mejores vistas.
6 comentarios:
Guau, me ha encantado la última parte sobre todo. Muy buena entrada!
¡Qué bien se ve todo desde las montañas...!
Un abrazo en la tarde.
Volar también es leerte y que se encienda el alma, aunque el mantel siga siendo el de cuadros.
Besos.
Volar es también imaginar tus letras.
la dirección del vuelo siempre depende de la mirada =)
Me encanta el final y "Han cambiado la cerradura del cajón de los sueños,
pero a mí siempre me ha gustado guiñar un ojo y mirar por el hueco de la llave."
Simplemente una vez más vuelves a hacernos volar con tus palabras haciendonos ver la luz en las alturas ;)
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