Le pondría
tu nombre a una calle.
A una casa.
A un plato
combinado.
A un
huracán.
A un cóctel.
A la suite
de un hotel de lujo.
Al camarero
acabado de un bar a punto de cerrar.
A una guerra
entre dos países.
A una
enfermedad degenerativa.
A una
canción de M-Clan.
A una droga
de diseño.
A una cala
valenciana.
A un caso de
asesinato que lleva años abierto.
A un
planeta.
A una
corriente filosófica.
A una tribu
caníbal.
A una ruta
marítima.
A una
pirámide de Egipto.
A un
depósito de cadáveres.
A una
revista porno.
A un barco pirata.
A un barco pirata.
A una muerte
súbita.
A la marca
de la goma de unas bragas en la cadera.
A un tratado
de paz.
A un producto de
la teletienda.
A un paso de
baile.
A un agujero de
bala.
A una tienda de
artesanía.
A un pintor
impresionista.
A una emisora de radio.
A un truco de
magia.
A un
cortocircuito.
A unas fiestas
patronales.
A una mansión
embrujada.
A una atracción
de feria.
A una bacteria.
A una oferta
vacacional.
A un cuadro de
Manolo García.
A un periódico.
A la curva más
peligrosa de una carretera secundaria.
A un colegio de
monjas sólo para niñas.
A una tienda de
sombreros.
A un manual de
posturas sexuales.
A un acróbata sin
red de seguridad.
Le pondría
tu nombre a todos mis silencios nocturnos
hasta que le
tocase aparecer en una lápida del cementerio.
3 comentarios:
Y es posible que con ese nombre, "tu nombre", me dormiría "a pesar de llevarte grabado en mis labios".
Un abrazo y feliz día.
Un solo nombre cae perfecto en tantos sitios ;) besitos Nerea :*
La locura de ponerle su nombre a un mundo a parte y destruirlo o no.
S.
Publicar un comentario