La alambrada
que hay sobre tu muro
ya no me
pincha,
he
conseguido trepar y huir de tus malditas canciones.
Todas las
puertas cerradas
que tu
corazón de circo me ha puesto delante
las he
abierto a cabezazos;
si ahora
sangro es porque soy libre.
Si ahora escribo
es porque estoy convencida de cicatrizar;
no quiero
que me cosan la herida
con toda la
mierda dentro,
por eso
aprovecho ahora que se ha roto esta bolsa de basura
para
contarle al mundo,
o a quien
esté dispuesto a jugarse el sentido de la vista
leyendo
tantas palabras puntiagudas,
que tu
funeral ha sido la mejor Nochevieja de mi vida.
Escribir
sobre ti
es
transformar el folio
en la
avenida de una ciudad cuyos basureros están en huelga.
No estoy
escribiendo un poema,
gilipollas,
te estoy
empujando.
Acabas de caer
de culo
sobre un
clavo oxidado
al que están
ensartadas tus mentiras.
La culpa es
mía: no leí el prospecto
y engullí tu
corazón con piel incluida.
Pero el
lavado de estómago ha llegado a tiempo,
ahora soy
ignífuga y me río de tu voz incandescente.
Le he metido
el dedo al ojo de tu huracán.
Me pone
cachonda ver
cómo los
pedazos inservibles de tus promesas
visten el
suelo mohoso de las cloacas;
aquí arriba
vuelve a oler bien,
ya no hay
sitio para tu podredumbre.
Un punto
final es un chaparrón,
y el que te
he puesto a ti
está
limpiando mi calle
arrastrando
todas las flores muertas cuesta abajo.
1 comentario:
Es muy duro, pero seguro de todos, en algún momento, nos hemos sentido así.
Un abrazo y feliz fin de semana.
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