Vuelvo a casa caminando de puntillas, no vaya a ser que se despierten los poetas.

12 mar 2014

Ya no queda nada

Quiero echarte a patadas
pero hoy he soñado contigo
y esto es mi desayuno.
Hoy no  hay galletas.

Estábamos en una ciudad
con coches rojos
y señoras con rulos en la cabeza
que se chivaban a la policía.

Qué he soñado es lo de menos.
Voy a contarte qué he sentido.
Y qué siento.

¿Alguna vez te has despertado
con ganas de llorar?
No voy a hacerme la dura,
he llorado cuando me he despertado.

Me he puesto a llorar
porque en el sueño nos mirábamos
y todo era como en los primeros días.
Pero los sueños, sueños son;
y a mí no se me cumplen
ni los plazos para devolver
los libros a la biblioteca.

He abierto los ojos
y he notado la evidencia de que tengo que aprender
a pisar la calle sin tus buenos días.
A no ahogarme.
Ya estoy practicando
para los próximos sesenta años.
No lo llevo bien,
pero poco a poco;
como cuando empiezas
a hacer malabares con globos rellenos de arroz.

No es la primera vez que sueño contigo,
seguramente tampoco sea la última.
Pero ha sido tan intenso y tan palpable
que sé que fuera de él, en la vida real,
ya no queda nada.

4 comentarios:

Rafael dijo...

Lágrimas amargas ante una nueva primavera.
Un abrazo.

Amando García Nuño dijo...

Pisar la calle sin saludos ajenos, nos suele permitir escuchar los buenos días, los buenos días de nuestros propios pasos.
Abrazos, siempre

Perla Gómez dijo...

Sin cicatrices, nos olvidaríamos de que la vida tiene fecha de caducidad. Como los sentimientos.

Te hago compañía en el club de corazones rotos.

Patty dijo...

Lindo!!!! me encantó Nerea... besitos :*