Perdí en una
partida de cartas
la capacidad
de besar.
Vendí mis
labios a una dependienta de supermercado
y mi lengua
a una trabajadora de Correos.
Regalé mi
saliva a las plantas
del balcón
de Azucena.
Vacié el
verde de mis ojos
en los
porros de marihuana
de los menores
de edad que se escapan de casa.
Me arranqué
las uñas pintadas de mis pies
para
completar los pétalos
del jardín
de rosas de Duncan Dhu.
Esnifé incontables
gramos
de
indiferencia y desinterés
para que
dejaran de importarme los olores de las terrazas de los bares
a los que
íbamos juntos
antes
-durante-
y después de
follar contigo.
Clavé en mis
oídos arpones para capturar ballenas
y ahora ninguna
canción suena a recuerdo,
ahora no hay
campanas repicando a la hora exacta en la que te fuiste
ahora no hay
teléfonos
ni timbres
ni alarmas
de incendio.
Ni siquiera
hay silencios.
Le di mis
pasos a un beduino
a cambio de un
pañuelo para hacerme un torniquete en el pecho;
mis pisadas
se pierden por el desierto
mientras mi
sangre vuelve al sitio de donde te la llevaste chupando con pajita.
Me quemé las
yemas de los dedos
borré mis
huellas dactilares
después de
tocarte la piel,
abandoné mi
tacto en tu cuerpo
para
siempre.
5 comentarios:
No está mal para terminar el verano, aunque siempre es posible ver el otoño de una manera diferente.
Un abrazo y feliz semana.
Me siento identificada, me gusta mucho, admiro tu talento.
Esniféééé que chevere palabra, la pondré en mi diccionario Nerea.com.pe :*
Tus sentidos están aquí, en el poema todos puestos con frescura y swing.
Que grato descubrir
Publicar un comentario