que llevan a Roma.
Yo me quedo con los que llevan a
tu boca de 5 estrellas.
Escribo de rodillas para
que el sol moribundo de este atardecer
termine de quemarme la tinta
y de calentarme el pelo;
éste pelo que se muere
por ser Pirineo en tu cintura.
Hace tiempo que desnudo
a mi espalda frente al espejo
y susurro que queda poco
para el estreno de tu piel
en mi verano.
En mi desayuno.
En mi huida paralizada
y pensativa.
Urge el tacto de tu ombligo
en mis uñas pintadas.
Intenté recordar tu olor,
pero luego me di cuenta de que
nunca lo había probado.
Tengo miedo de cerrar los párpados
por la noche
y no verte cuando vengas abriéndome
las ventanas
y las piernas.
Me gustas porque puedo tocarte
sin recurrir a mis manos,
y porque puedo besarte la voz
y acurrucarme en tus letras.