Quiero
echarte a patadas
pero hoy he
soñado contigo
y esto es mi
desayuno.
Hoy no hay galletas.
Estábamos en
una ciudad
con coches
rojos
y señoras
con rulos en la cabeza
que se
chivaban a la policía.
Qué he
soñado es lo de menos.
Voy a
contarte qué he sentido.
Y qué
siento.
¿Alguna vez
te has despertado
con ganas de
llorar?
No voy a
hacerme la dura,
he llorado
cuando me he despertado.
Me he puesto
a llorar
porque en el
sueño nos mirábamos
y todo era
como en los primeros días.
Pero los
sueños, sueños son;
y a mí no se
me cumplen
ni los
plazos para devolver
los libros a
la biblioteca.
He abierto
los ojos
y he notado
la evidencia de que tengo que aprender
a pisar la
calle sin tus buenos días.
A no
ahogarme.
Ya estoy
practicando
para los
próximos sesenta años.
No lo llevo
bien,
pero poco a
poco;
como cuando
empiezas
a hacer
malabares con globos rellenos de arroz.
No es la
primera vez que sueño contigo,
seguramente
tampoco sea la última.
Pero ha sido
tan intenso y tan palpable
que sé que
fuera de él, en la vida real,
ya no queda
nada.
4 comentarios:
Lágrimas amargas ante una nueva primavera.
Un abrazo.
Pisar la calle sin saludos ajenos, nos suele permitir escuchar los buenos días, los buenos días de nuestros propios pasos.
Abrazos, siempre
Sin cicatrices, nos olvidaríamos de que la vida tiene fecha de caducidad. Como los sentimientos.
Te hago compañía en el club de corazones rotos.
Lindo!!!! me encantó Nerea... besitos :*
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