Vuelvo a casa caminando de puntillas, no vaya a ser que se despierten los poetas.

25 mar 2013

Éste pelo que se muere por ser Pirineo en tu cintura

A mí me dan igual los caminos
que llevan a Roma.
Yo me quedo con los que llevan a
tu boca de 5 estrellas.

Escribo de rodillas para
que el sol moribundo de este atardecer
termine de quemarme la tinta
y de calentarme el pelo;
éste pelo que se muere
por ser Pirineo en tu cintura.

Hace tiempo que desnudo
a mi espalda frente al espejo
y susurro que queda poco
para el estreno de tu piel
en mi verano.

En mi desayuno.

En mi huida paralizada
y pensativa.

Urge el tacto de tu ombligo
en mis uñas pintadas.
Intenté recordar tu olor,
pero luego me di cuenta de que
nunca lo había probado.

Tengo miedo de cerrar los párpados
por la noche
y no verte cuando vengas abriéndome
las ventanas
y las piernas.

Me gustas porque puedo tocarte
sin recurrir a mis manos,
y porque puedo besarte la voz
y acurrucarme en tus letras.

23 mar 2013

La eternidad se nos acabó en el segundo bostezo

La mayor de las catástrofes
es no mirarte mientras te duchas,
no deshacerte la cama
o no limpiarte con la lengua
la espuma de cerveza.

La eternidad se nos acabó
en el segundo bostezo,
pero el equipaje sigue facturado
y lleno de poesía.

Adelante, barbudo,
hazme verso.

Al aire coseré tus gemidos
para que envuelvan a la humanidad,
que falta le hace.

Se acabó el carmín rojo para pintar
corazones en tu pecho,
la saliva dura más,
aunque sea en el alma,
y así te tatuaré yo mi pornografía.

Desde que me subo
en los autobuses sin mirar
me han crecido primaveras en los tobillos;
y en los hombros dejaron de anidar
rencores para que hicieran su hogar
las despedidas bonitas.

En esta historia,
la musa se enamoró del poeta
y duerme cada noche a los pies de su bañera
esperando el amanecer con mejores vistas:
su barba bostezándole entre espuma.

22 mar 2013

Si cada una de estas letras fueran un orgasmo

Si verte en el garito más oscuro
de la ciudad
fuera suficiente.

¡Si las miradas desnudasen!

Si el rock que te envuelve
fueran mis manos.
Si yo te saciara la sed
al compás de esa cerveza.
Si me hicieras arte clavando
tus uñas en mis muslos.

Si la barra de este bar fuera un colchón improvisado
tendría las mejores vistas en forma de futbolín.
Si me enseñaras las garras
mientras te quitas las camisas.
Si me enseñaras los dientes
sin pestañear.

¡Si tu barba bailara en mi ombligo!

Si gritáramos que el desnudo nos sienta genial
en mitad del bosque.
Si rugiéramos piropos con los cinco sentidos.
Si pudiera tatuarte mi mirada.

Si las despedidas consistieran en
otros dos chupitos de trago
y esperar el alba entre estrofas.
Si te ganara con cada calada.

Si el frío insistiera en que
me beses a fuego lento.
Si el mejor destino estuviera entre tus rodillas.
Si la nieve se fundiera cada vez que te pienso.

Si comerte con las manos
estuviera bien visto.
Si el sol, el día, la mañana y la primavera
se concentraran en tus pupilas nómadas.

Si cada una de estas letras
fueran un orgasmo.

20 mar 2013

Edredón canalla que acentúa tu desnudez


Cada vez que pestañeas,
un poeta se enamora.

Cada sábado que vas a comprar el pan,
sin afeitar,
es una primavera
que puedo guardar dentro de
36 pestañeos y una fotografía.

Cada vez que te toco,
Madrid se estremece de celos.

Cada vez que escribo,
que te escribo,
se me
escapan cosquillas de los dedos
y las letras bailan un tango
que cualquier día te propongo
imitar sobre el colchón.

Edredón canalla que acentúa
tu desnudez
y me la pone en bandeja
con cada bostezo.

El libro que debería estar
en mi mesita de noche
son tus vértebras
tocando el piano de madrugada.

Mi barbilla necesita de tu saliva.
Y mis hombros.
Y mis clavículas.

Toda mi anatomía está igual.

13 mar 2013

Tu sonrisa en mis desvelos

Ahora a ver cómo te digo
que sin tu silueta en mi cama
no hay quien concilie el sueño.
Ni la vigilia.

Que el mundo se detiene
en la inmensidad de tu parpadeo.
Y que las pulseras de tus muñecas
seducen a las de mis tobillos.

Que la búsqueda del tesoro
hace tiempo que dejó de tener sentido.
Las cosas bonitas están en tus clavículas
y en tu barba descuidada.

Y de repente se subieron todas las persianas,
y el sol de abril iluminó lo que ya tenía luz propia:
tu poesía.

Hacerte libre en la cautividad
de mi habitación.

Sentirme tuya en una lejanía improvisada
desde el baño al sofá del salón.

Sentirte mío en la cercanía de
las tazas de té reposando en la encimera
de la cocina.

De rodillas en el suelo del balcón,
viendo cómo el viento mueve las hojas,
susurro a la primavera
que para vista bonita
la de tu sonrisa en mis desvelos.

11 mar 2013

Monte que suspira cada vez que te ve desnudo

Pierdo la vergüenza
y un beso en tu comisura.

Encuentro a marzo escondido
tras las pocas luces encendidas.

Este paraíso con forma de
pueblo de montaña
sabe cómo tratar a mi prosa
para hacerla gemir.

Casas de piedra para
resguardar besos frágiles.
Besos que puedo perder en el agua
caliente de la bañera con vistas a
un monte que suspira cada vez que
te ve desnudo.

Se me caen los párpados.
Las nubes nos enfrían la mirada,
y bostezamos como un gato sin botas
que se acurruca cerca de la leña ardiendo.

5 mar 2013

A cada musa su canción favorita

La luz de la panadería abierta
se refleja en el suelo
mojado de la acera.

Pasan los coches con las
luces encendidas.
El frío arrasa con todo en este
atardecer de invierno.

Puedo dibujar la silueta
más erótica uniendo las gotas
de agua en el cristal.

Los cigarrillos mueren sin tiempo
de agonizar en el mismo instante
de besar un charco.

En un paso de peatones,
una mujer con guantes y
paraguas verde
seduce con sus botas al blanco y negro
de la calzada.

Hay rutina encerrada en el reloj
de la chica que vende en la frutería.
No deja de ser lunes.
No deja de ser febrero sin ti.

Las farolas se encienden al paso
de una pareja que pasea
de la mano,
su mirada ilumina más que
cualquier bombilla.

El amor también es fuego.
A veces falto de leña, pero siempre fuego.

Los semáforos se turnan,
y yo imagino las posibles maletas llenas
de ropa y fotografías
que llevan los conductores en sus inmensos
y oscuros maleteros.
Bolsas con comida, quizá.

O tan solo una guitarra;
ellos con las manos al volante
soñando el momento en que
tocarán a cada musa
su canción favorita.

2 mar 2013

Nombre de poetas fracasados

Ven.

Ven para que yo
pueda volver a
ser poesía.

Pero no una poesía
cualquiera.

Quiero ser los versos que tu
corazón grite de madrugada
cuando mis piernas no
estén lo suficientemente cerca
y a ti te sobren besos y botellines de cerveza.

Mis venas tienen nombre
de poetas fracasados que murieron sin
una rima decente que llevarse a la boca.

Ven.

Te espero sin desesperar,
asumiendo la distancia
y el sangrar impuntual de mis labios.

En sí tu barba es una estación de tren
en la que no me importaría mendigar
con el paladar sediento unos cuantos besos.

Guardas una belleza indestructible
entre la nariz y la barbilla.

Siempre estás.

Cuando tiendo la ropa y veo
mis vaqueros rotos en los que guardaba
la servilleta de bar en la que escribiste
que lo único decente de esta ciudad
de asfalto frágil era mi mirada.

Cuando me despierto despeinada
de sueños.

Te he preparado la primavera,
está un poco caliente,
sopla antes.
Sopla sobre mi pelo.

Y si el cielo se llena de nubes,
que nos llueva mientras nos ve firmar
contratos de caricias
sobre nuestras entrepiernas.